Hay tantos y tan minuciosos secretos a la espera, así que al embocar por una callecita puedes de repente encontrarte de buenas a primeras con una enorme plaza y en medio de ésta el reflejo de una torre de iglesia que descansa serena en la superficie de un charco.
Hay que reflexionar si vale la pena gastar un pedazo más de película en aquello tan deleznable y en apariencia sin sentido y decidir que sí, que vale la pena, porque esto que ahora encuentras es un hallazgo que con seguridad no habrá de serte deparado nunca jamás.
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