Este tipo mira hacia arriba como lo hacen millones de otros cada mes del año. Imposible no hacerlo ya que la atracción principal es patrimonio de la historia de la humanidad. Los frescos de la Capilla Sixtina atraen gente de todo el mundo y esto ha originado una polémica en el Vaticano.
Se estima que los humores, el sudor, la respiración de tanto turista encajonado y arreado como si fuera ganado camino de la feria, hacen sufrir la eterna obra de Miguel Ángel. Es muy probable.
Lo peor no son los sudores y sí más bien la falta de respeto de quienes van allí, no a admirar en silencio una de las más grandes riquezas del género humano, sino a sentarse a botar caspa mientras descansan cinco minutos antes de proseguir "acumulando galerías", para luego salir despavoridos a buscar el MacDonald's más cercano.
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