Friday, 10 July 2009

Mi padre en 1939





































Hace exactamente 33 años, el 10 de julio de 1986, murió mi viejo. Se llamó Luis Eduardo Borja pero toda la vida se le conoció entre familiares y amigos como El Negro. Fue el más oscuro de cuatro hermanos y como tal fue humillado desde pequeño. Trabajó toda su vida desde los 10 años hasta el día en que murió, luego de haber levantado cuatro hijos a pulso y aguante. No recuerdo haberle visto tomar vacaciones en su vida. Fue un hombre que inculcó en sus hijos la honestidad y el respeto a la mujer por encima de todo.
En esta hora recuerdo con nostalgia su letra chata en cartas llenas de amor y errores de ortografía cuando me fui de casa para vivir en Canadá a principios de 1973. Y en este día me viene a la mente el millón de lágrimas que derramé cuando supe de su muerte, mientras trataba de encontrarlo en las letras de los tangos que siempre adoró, a solas, porque no pude aguantar la compañía de nadie ese día y me daba contra las paredes, en mi casa en San Francisco, sabiendo que me era imposible viajar de regreso a Colombia para acompañarlo hasta su tumba.
Hoy más que nunca su recuerdo me viene a buscar.

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