Aquí está ella, en todo el esplendor de sus 24 o 25 años, cuando la vida era una aventura sin fin; cuando el amor fluía a torrentes por entre buhardillas y salas de estar y el horizonte no tenía más límite que un cuarto de alquiler en Londres, una casa de playa en Toronto o algún hotelillo desafiando la lluvia entre Cuzco y Valparaiso...
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