Decido entonces, a la mañana siguiente, deambular entre el silencio de las siete y media en San Sebastián, donde solo unos cuantos ciudadanos se deslizan entre las sombras que proyectan las columnas. Al doblar una esquina me encuentro de buenas a primeras con este hombre que recoge los desechos de la noche anterior y sin pensar en la exposición correcta oprimo el disparador.
"Al carajo con la exposición correcta", me digo, mientras veo flotando este barrendero que viene a inscribirse en mi negativo, una mañana del verano de 1988.
1 comment:
Increible!
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