Es como si se estuviera en un templo, lleno de oficiantes, casi todos vestidos de guardias de seguridad. El volumen de las conversaciones de los parroquianos es a sotto voce, no vaya a ser que perturbemos la pesada calma de los mármoles.
Se respira en el ambiente un aire de antigüedad, con aromas de algo sacro, y la reverencia hacia todo aquello que lo habita llega espontánea.
Así que, de repente, al entrar en una galería como si flotaras de un mundo a otro, descubres destellos luminosos de la raza humana que te dejan con la boca abierta.
Se respira en el ambiente un aire de antigüedad, con aromas de algo sacro, y la reverencia hacia todo aquello que lo habita llega espontánea.
Así que, de repente, al entrar en una galería como si flotaras de un mundo a otro, descubres destellos luminosos de la raza humana que te dejan con la boca abierta.
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