Saturday, 28 June 2014

Father and son, by Danny Whitcher

I owe this wonderful shot of me and Camilo to my young colleague Danny Whitcher.
It was taken as we were doing the rounds of Canterbury College End of Year art shows in the city of same name. It was a warm evening and the town was abuzz with all the excitement of hundreds of young art students going about bringing joy to old and young alike.
It is all the more poignant because it was on the eve of my boy's 8th birthday.

Wednesday, 25 June 2014

Photography Graduate Show, London, June 2014

                                                                   ADAM KING

                                                             CHARLOTTE SMITH

                                                                   STEVEN CARR

I had the good fortune of visiting the photography students' end of year exhibitions in London this past few days. One more time life gives me the opportunity to see some of my students' progress and to see them become adult practitioners.
I am very proud of three of my former students whom I had taught at Canterbury College and are graduating this week.
They are (from the top) Adam King, who has excelled at UCA Rochester, who finished with a First on his graduate courses and is the meticulous producer of fine art portraits; Charlotte Smith, who produced a beautiful paean to her family (Living in Stile), in particular to her father's dedication to the land; and finally, Steven Carr, who has embarked on documenting some of Britain's heritage symbols with great  sensitivity and artistic taste. Both Steve and Charlotte went to UCA Farnham.
To the three of them I send my affection and my tearful embrace for having made me feel extremely proud of their achievements.

Wednesday, 18 June 2014

Portrait of Louisa Fairclough

Last week I was surprised to find a very interesting and evocative piece of art at the Whitstable Museum, as part of the Whitstable Biennale. The name of the piece is Absolute Pitch.
It is according to its author a Film Sculpture, an homage to her deceased sister, which in principle is deceiving since it does not show images and is made up only of light and voices. Five or six 16 mm movie projectors are rolling simultaneously and seemingly endlessly throwing a series of coloured light circles and spotlights against the walls of a darkened space.
It gets to you in the end, it reaches inside your soul only after you accept its strange, almost supernatural  nature, and by being patient and letting the inner drill of mystery and light and sound penetrate your being.
I had the good fortune of meeting the author, artist Louisa Fairclough, who very gracefully agreed to be photographed by me, a complete stranger.

Sunday, 1 June 2014

A propósito de Robert Frank





¿Qué puede decirse de Robert Frank que no haya sido dicho?
Maestro de lo evocativo, creador de imágenes de ensueño y aires de épocas pasadas ya archivadas en la memoria colectiva.
Hace unos años tuve ocasión de agenciarme un pequeño libro de su producción, simplemente apellidado París, un ejemplo de obra maestra en miniatura.
Un poco de historia es necesaria. En 1947 el fotógrafo suizo decide emigrar a los Estados Unidos. Rápidamente estableció contactos y logró contratos de trabajo. En los años inmediatos a la posguerra había intentado establecerse como fotógrafo en París.
Entre 1949 y 1952 viajó con frecuencia entre Nueva York y Europa, luego de un largo viaje a Sudamérica en 1948.
En este período europeo Frank se dedicó a fotografiar casi exclusivamente en París.
Como todo en nuestras experiencias personales, la experiencia de Frank en Estados Unidos le hace ver, y capturar con una discreta reverencia, las imágenes que encuentra frente a sí y que anteponen el viejo mundo europeo en contraste con lo que visualmente ofrece el nuevo mundo al otro lado del Atlántico.
Es de esta forma que podemos disfrutar su ojo clínico de esteta callejero. Su mayor virtud consiste en encontrar lo bello de la existencia en los apuntes cotidianos que transitan entre lo cómico y lo trágico.
Hay, entre los códigos expuestos a la luz de sus fotografías, señales de vida de seres que habitan la superficie de sus calles y el esplendor de aquella hermosa ciudad a punto de resurgir de entre las sombras de un pasado inmediato de ingrata recordación.
La actividad temprana de Frank, anterior a su gran guiñol The Americans, obra que inscribirá su nombre en la historia de la fotografía del siglo xx, se establece a partir del examen de lo que podemos categorizar como lo visual-deleznable. Anterior a la aparición de Frank, en el marco de la fotografía de principios de la segunda mitad de siglo, lo nimio, lo sutil inaprensible, eran elementos que no aparecían en los recuentos de la documentación fotográfica, pese a los buenos esfuerzos de Eugene Atget y posteriormente Jacques-Henri Lartigue.
La realidad, aceptada y reiterada tan solo en la pupila del paseante, y  no propiamente en composiciones de trabajo fotográfico, algo tan en boga en los tiempos que vivimos, debía permanecer subyacente a temas más elaborados y en apariencia más complejos, cuando no como simple bastón de utilería en el siempre mutante gran teatro de posguerra.
Lo que la vista conoce a partir de la memoria colectiva, su evocación subconsciente, se hace arte gracias a la fuerza expresiva de su empeño.
Frank recorre una ciudad que apenas empieza a resurgir de los rescoldos del gran fuego de la Segunda Guerra y nos lleva de la mano como quien lidera a otro en los laberintos del sueño.
Lo que vemos en sus imágenes de esa París gris, desolada y fría, trae también consigo la esperanza siempre presente de una primavera aún por verse.
La flor que un hombre de traje oscuro porta a su espalda, como quien asiste trepidante a una cita romántica, es un buen ejemplo.
Frank abjuró de su trabajo documental después de su magnum opus, su libro que lo define y lo marca para el tiempo, The Americans.
A partir de allí se dedica al corto metraje posmoderno y se aísla por varios años en la costa de Nueva Escocia acosado por tragedias familiares relacionadas con la muerte de su hija y su hijo.
En Nueva Escocia se adentra en el uso conceptual del texto combinado con la imagen para nutrir una serie de exploraciones de corte contemporáneo.
Sin embargo, su cimiente se puede hallar en aquellas imágenes grises y desoladas de la París de finales de los cuarentas, cuando la gloria artística apenas parecía un lejano destello en la distancia.

Portrait of John Butterworth, June 1-14


Portrait of Bruce Williams, June 1-14


Sunday afternoon at the beach


Early Evening Walk