Este
niño, llamado Ramiro, tenía doce años la primera vez que lo fotografié en el
Parque Panamericano de Cali, en 1975. Por aquel entonces comandaba una pandilla
de sus contemporáneos que vivían en la calle.
Se
rebuscaban la vida robando espejos de autos, raponenado relojes de incautos o
arrancando la cartera de manos de abuelas que habían ido a la tienda de la
esquina a comprar el pan.
La
segunda vez que lo encontré, cinco años más tarde, había cumplido los
diecisiete y era ya un ladrón consumado. Ambas
veces pude fotografiarlo.
La próxima vez que lo busqué, unos años después en
uno de mis viajes, me enteré que no había logrado llegar a los 19 años.
La
intolerancia, la mala vida y las armas de fuego dieron cuenta de su mirada
adusta y su agilidad de gato.
Hoy
solo queda esta memoria de mis encuentros con este niño desamparado, a quien
todos conocían con el remoquete de El Diablito.
1 comment:
Q historia tan interesante y tan triste! Excelente retrato.
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