Wednesday, 3 February 2010

El Diablito vigila siempre



Este niño mira siempre desde fuera. No fueron para él las oportunidades de aprender en la escuela. Todo lo que hizo en vida lo aprendió en la calle. Allí vivió, allí comió, allí murió baleado un día.
Esta puede ser la historia de dos negativos, de muchos negativos en el sentido estricto y en el sentido figurado de la frase. Ramiro era su nombre, pero tal vez porque era lanzado y sin temor al peligro hacía sus diabluras robando en las calles del barrio de mi juventud. Allí lo encontré y lo fotografié con cuatro años de diferencia (1975 y 1979) y de esos encuentros fugaces conservo una serie de retratos que tienden a adquirir, como tantas otras cosas en esta vida, un valor adjunto que originalmente no llegamos a percibir en su momento.
El Diablito, mira hacia adentro de las casas del vecindario, tal vez hambriento y siempre con la mirada puesta en algo que pueda ser robado para ser luego vendido en las calles y así comprar algo de comer o un pucho de marihuana: los dos puntos fundamentales de los niños que viven en la calle en mi país. Siempre buscando el sustento y la manera de escapar de este mundo, hacia otros mundos donde la muerte espera tantas veces en la boca de un cañón.

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