
Ella mira hacia afuera, hacia el espacio abierto sentada frente a la ventana. Corrían otros días y otras fechas y el futuro no había todavía instaurado su mano férrea en nuestras vidas de manera definitiva. Y si ya lo había hecho no llegamos a sentirlo por aquél entonces.
Hoy me queda su recuerdo grabado en papeles untados de sales de plata poblados de gestos sutiles y de tesoros que la nada habrá de disolver con el paso inexorable del tiempo.
Marina Salazar de Borja, abril 23, 1922-noviembre 25, 2007